viernes, 3 de diciembre de 2010

Extracto del cuaderno de Cyrano usado como prueba testimonial de la desaparición de Lady Le Blanche.

Lady Le Blanche
Ella era mi amiga.
Al menos eso parecía.
Incluso en muchos momentos supo protegerme cuando las lenguas mordaces me acusaban de herejía, traición al estado, calumniar a las autoridades, etc, etc....
Nuestra amistad se cimentó desde el primer día, desde aquel primer encuentro en los salones del duque de Bedford.
Reconozco que quedé cautivado y confuso. La altura de su inteligencia, armonizaba a la perfección con su rara belleza y una capacidad de seducción a través de la palabra, dificilmente igualable. No recordaba haber encontrado muchas mujeres así a lo largo de mi vida.
Mantuvimos una grata conversación y durante el tiempo que duró, no pareció inmutarse ni mostrarse confusa ante la evidente monstruosidad de mi prominente nariz. Yo estaba casado con Jane, aunque nuestra relación se había ido deteriorando con el paso de los años y con el crecimiento inusitado de mi apéndice nasal, de tal suerte que busqué consuelo a mi pasión descontrolada en los brazos y el corazón puro de Isabella de Orsini. Con esto vengo a decir, que el inusitado apego que experimenté hacia la persona de Lady Le Blanche (que así se llamaba la dama) vino a confundir y complicar aún más la ya de por sí extraviada existencia en la que estaba inmerso.
Cuanto más rememoro el tiempo que gocé de su amistad y protección, más caigo en la cuenta de que la mayor parte de su vida siempre estuvo cubierta por una gruesa capa de misterio. Resultaba extraordinariamente difícil conocer con certeza algo sobre ella y el mundo que la rodeaba. Y no digamos sobre sus intereses y proyectos. A veces dulce y comunicativa, a veces dura como el pedernal y otras muchas silenciosa y frágil como un árbol pelado en pleno invierno, cambiaba continuamente la intensidad de su brillante personalidad,  por la que siempre tuve una verdadera devoción más allá de sus tarascadas y devaneos.
Cuando supe de su desaparición, nuestra amistad había languidecido notablemente y con ella mi posibilidad de protección frente a los ataques despiadados del poder. Sin embargo, estoy seguro, que sigue viviendo en alguna otra parte y se encuentra envuelta en nuevas conspiraciones e intereses.
Me pregunto si recordará algo de nuestros gratificantes encuentros. Temo que la respuesta sea negativa, aunque guardo la esperanza de que al menos mi nariz, tan evidente, tan adelantada, tan fuera de su espacio natural, sea capaz de abrir de vez en cuando la fortaleza desprotegida de sus sueños.

2 comentarios:

  1. Ella se acuerda perfectamente de todos vuestros encuentros. Ni lo dudes.

    Sin embargo a mi contracorazón me veo en la obligación como acompañante tuyo y desde la distancia en tus largos paseos y ausencias lunares de: Reconocerte y si no de darte mi opinión, sobre los pensamientos más intimos femeninos y sus procederes a veces desconcertantes y misteriosos: Mi opinión es simplona e inocente: Ningún hombre creo que llegue a conocer jamás sus sofisticados y no tanto aparentes a veces mecanismos. Es inaudita la incapacidad del macho para conocer a sus parejas. Es desconcertante. Es frustante. Lo peor. Es indiscutible. Por ello la siempre presente interrogación sobre ello. Por ello su eterno poder sobre nosotros, en cualquier forma, terreno o situación. Incluso cuando como más dominadas se nos muestran.(pero antes de despedirme te digo: Se acuerda. No lo dudes. Se acuerda).Te agradeceré que me sigas haciendo llegar tus reflexiones sobre el pasado o el devenir. Me oxigenan y enriquecen
    Hiena13

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  2. Como abrir una ventana y pensar en kien ya no está pese a k sigue ahí..

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