jueves, 25 de noviembre de 2010

Sobrevolando el cráter Sócrates 22. Carta de Cyrano a su esposa.

Cyrano de Bergerac poco antes del destierro
Querida Jane. Casi siempre siento que nuestras conversaciones, cuando terminan, no han sido más que un monólogo conmigo mismo. Una sarta de frases llenas de justificaciones de todo lo que hago, digo, siento y sufro. Todo se reduce a esta especie de negación constante de la soledad en la que tu vives y que, como consecuencia, yo soporto a duras penas. No te puedo negar que siento miedo. Incluso a veces me da la impresión de que estoy perdiendo el sentido común. ¡Es tanto el rechazo a beber hasta la última gota del cáliz que me corresponde!.
Cada vez tengo más necesidad de aislarme, porque siento que hago una y otra vez el ridículo, que solo sirvo de divertimento para cierto tipo de personas que momentaneamente se interesan por mí y que para otras ni siquiera existo. No quiero acabar como la esposa de William, Elizabeth. Viviendo para llamar la atención, odiando a las mujeres, buscando refugio en una afectividad ambigua y temerosa. Jamás he sufrido como sufro ahora, jamás. Porque ahora tengo todos los sentidos despiertos, y mi conciencia, por más que se niegue está obligada a hacerse cargo de mi situación. Y es mi deber cerrar cualquier salida que me devuelva a una condición ni siquiera parecida a la anterior.
Sé que el precio que tengo que pagar es muy alto, porque muy alto ha sido mi nivel de inconsciencia frente al dolor que te he infringido durante años. Te aseguro que no me importa pagarlo si con ello puedo devolverte aunque solo sea en parte, la paz y la tranquilidad que te mereces. Pero tengo miedo a perder la cordura, Jane. Porque la soledad del alma me puede. Porque no soy un hombre íntegro, sino un bobo asustadizo. Siento que tengas que enterarte de estas cosas. Es más, no sé si debo llegar hasta tí que necesitas pasar cuanto antes la página más amarga de tu vida.
Te pido disculpas, lamento con todo mi corazón el mal que te he hecho. Quiero que descanses, que estés tranquila, que te recuperes, que vuelvas a vivir en la medida de lo posible.... Resucita, Jane, por favor.
Permíteme un beso.

1 comentario:

  1. Son momentos de paridades-De igualdades-De pagar las facturas a medias. Son momentos de reconocerse mutuamente los errores. Son momentos para recordar que se ha llegado a un destino en forma común. En equipo. También para poner sobre la báscula mental todas las cosas buenas que hubo. Que hay. **Hiena 13**

    ResponderEliminar